Al frenarse los viajes y el movimiento también paró la globalización. Por un momento, todos los países empezaron a ver hacia dentro, buscando las mejores alternativas para solucionar una crisis sanitaria que, si bien ya se había extendido por todo el planeta, se convirtió en responsabilidad de cada gobierno.
A raíz de esto incrementó la digitalización. Como nunca antes en la historia se logró una migración masiva a herramientas digitales que antes no se utilizaban en todo su potencial: plataformas para hacer videoconferencias, para coordinar equipos de trabajo a distancia, para pedir a domicilio bienes y servicios, incluso para tener asistencia médica sin la necesidad de una consulta presencial.
El cambio fue tal que especialistas han declarado que la pandemia por COVID-19 hizo que avanzáramos seis años en tecnología en los primeros 60 días de confinamiento. Y este cambio se hizo notorio en nuestra exposición a las pantallas.
Un estudio realizado por la Universidad de Navarra indicó que, durante la pandemia, en promedio las personas utilizan sus dispositivos móviles por más de 9 horas y cuarto al día. Lo anterior tiene repercusiones no solo en nuestro estado anímico sino en nuestra salud ocular, pues permanecer tanto tiempo con la mirada fija en una pantalla que emite luz azul seca nuestros ojos, haciendo que aparezcan los síntomas del ojo seco ocupacional.
El ojo seco ocupacional siempre está acompañado de ardor, picazón, sensación de arenillas en el ojo y visión borrosa que solo mejora al frotar. Es aquí cuando necesitamos refrescar nuestra visión con Splash Tears, las lágrimas artificiales que rehidratan y lubrican nuestros ojos, devolviéndoles la comodidad que necesitan para seguir adelante.
En consecuencia, la pandemia nos ha dejado ver que entre más aumenta la digitalización de nuestros procesos sociales y laborales, más debemos cuidar de nosotros, de nuestros ojos y nuestra estabilidad mental.